El deseo oscuro de satisfacer los instintos de
sangre,
me
llevaban a querer imitar aquellas enfermas
imágenes que venían a mi cabeza como vai-ven,
sin poder evitar desear comerme un corazón
crudo.
Mis nervios cada vez más sensibles al latido,
mis ojos dilataban con la luz y se encendían
al
ver la sangre.
Los doctores Olmedo, buscaban con ansiedad
la extraña enfermedad que poseía, me
hacían
pruebas a cada instante, salía y entraba al
hospital
con facilidad pero en algunos momentos ya no
me
preocupaba mi padecimiento, al contrario lo
disfrutaba.
Había días que compraba carne cruda……….
No hay comentarios.:
Publicar un comentario